LA DAMA DEL REVOLVER
Un retumbo, como un petardo, se oyó en un recinto cuya construcción y acústica aumentan la resonancia del sonido.
Una mujer de escasos 30 años, sentada, miraba con los ojos perdidos mas allá dela imagen que estaba frente a ella.
Unos minutos antes sus pensamientos vagaban entre la confusión de su juventud, la pérdida de su padre y las situaciones amorosas.
Poco a poco, dieron forma a sus ideas: no había sentido en seguir adelante; a pesar de tener un hijo de 12 años y un matrimonio fallido del cual nunca pudo separarse.
Recordando a su padre conocido como el oso, por su corpulencia. Había sido un personaje importante durante varios años en el Gobierno del Presidente Porfirio Díaz, había fallecido a la edad de 74 años. Autor arquitectónico de la Columna de la Independencia, más conocido como el Ángel, y para orgullo de Guanajuato el Teatro Juárez, entre otras obras.
Sus pensamientos también divagaban en su casa de la colonia Guerrero.
Ubicada en la calle de Héroes 45, con memorias de su infancia feliz y la gran responsabilidad de llevar los asuntos familiares pues su madre Matilde Castellanos Haff, al igual que hermana Alicia, habían abandonado a su padre. Una para reunirse con su amante y la otra para intentar casarse en el extranjero.
Buscó refugio tras la muerte de su queridísimo padre (Antonio Rivas Mercado) con Manuel Rodríguez Lozano, casado con Carmen Mondragón, sin embargo sus aparentes tendencias homosexuales del pintor no favorecieron su relación.
En sus recuerdos estaba presente la fundación del Teatro Ulises y el patronato de la Orquesta Sinfónica de México. Recordaba a Xavier Villaurrutia, Andrés Henestroasa, Salvador Novo y el pintor Diego Rivera.
Se acordó, en ese memento, de los conflictos no resueltos con su esposo, Albert Blair, en marzo de 1930. El juicio perdido sobre la patria potestad de su hijo (Donald Antonio). La decisión de secuestrar a Toñito. Su viaje a Burdeos, Francia, sitio donde se refugió. Los textos sobre el sistema político mexicano, la fallida campaña de Vasconcelos y tantos gastos.
Sus últimos pensamientos se encontraron frente a frente con Vasconcelos.
Las palabras que la noche anterior ella le había mencionado en el cuarto del hotel:
“Dime si en verdad me necesitas….”
“Él, sin saber el sentido profundo que tenía la pregunta, se limitó a responderle: “Ningún alma necesita de otra. Nadie, ni hombre ni mujer necesita más que a Dios; cada uno tiene su destino comprometido con el creador”. (Milenio, abril 2019).
Así finalizó una vida que, en su corto tiempo de existencia, mostro pasión por todo. Más no fue lo suficiente fuerte como para enfrentar sus penas, sentimientos partidistas y financieros, tomando un camino… sin retorno.
El revolver, que pertenecía a José Vasconcelos Calderón (, fue accionado y la bala penetró en el pecho del lado izquierdo de la joven.
María Antonieta Valeria Rivas Mercado Castellanos (1882-1959), se quitó la vida en la Catedral de Notre Dame en la Ciudad de Paris, pero murió horas más tarde en el Hôtel-Dieu, el hospital más antiguo de París.
El Gobierno de Pascual Ortiz Rubio envió, como disculpa, una imagen de la Virgen de Guadalupe. Hoy ocupaba el lugar donde se encontraba el Cristo Crucificado frente al que decidió poner fin a su vida.
La tragedia se reúne en este episodio que define las vidas de nuestro país. Una la juventud apasionada pero sin guía o sentido tergiversado.
La otra, de un personaje político e intelectual, visionario, agredido, adolorido con cierta tendencia rencorosa, que no supo cristalizar, a pesar de su talento, el camino hacia el poder.
Ofuscado por las influencias del Gobierno, su representantes, las actitudes y mecanismo de control -que no perdonan a nadie- y persisten hasta el día de hoy.
Prácticamente este suceso quedó en el olvido, por la influencia de Plutarco Elías Calles, por temor a Vasconcelos.
Un evento inesperado, el incendio de la Catedral de Notre Dame (Nuestra Señora) en Paris, al parecer debido a unos trabajos de restauración, nos trae de nuevo el recuerdo, A la Sombra del Ángel (libro escrito por Kathryn Blair), de nuestro México, su vida política, sentimental y sangrienta.
Paso a paso, la historia ha permanecido, a veces oculta, otras veces evidente. Sin generar conciencia. Siempre presente y a la vez tan ausente que es preciso hacer un esfuerzo para recordar.
Pasivos, con ganas de liberarnos, a veces – no siempre-.
Los mexicanos seguimos con esa esperanza del cambio. Sin esfuerzo, sin participar. Como si por un soplo divino la vida cambiaría. Haciendo siempre lo mismo, esperando siempre lo mismo. Ni el sonido del accionar de un revolver nos hace protestar. Cerca o lejos, seguimos con ese andar pesado, aburrido, sin ganas.
Hoy hay posibilidades de lograr unidos, por un breve tiempo, un México Libre.
Te invito a que participes.
México Libre, sin disparos o agresiones.
Una dama sin revolver
¡Hasta la próxima!