Durmiendo con el enemigo
No se trata de esa película (Julia Roberts,1991).
¡Es la realidad!
Vivimos en estos días con el riesgo de enfrentarnos con el enemigo. Bien pude ser el Gobierno o, tal vez, un habitante de nuestro adolorido país.
Estoy totalmente asombrado de los acontecimientos que vivimos diariamente y en constante consternación por lo que se genera después de algún incidente provocado por el caos o ciertos actos ocasionados por la delincuencia organizada.
Claramente se aprecia que nadie es intocable en nuestro país. Los militares han sido expuestos. En forma que compromete no solo la inteligencia militar, también la vida de los miembros de grupos y fuerzas especiales.
Les pido disculpas por mi error, por supuesto que, si hay intocables, los carteles y aquellos que transgreden la ley y el “Yauali teokuitlatik del poder (Círculo Dorado del poder”)
El gobierno federal solo está en contra de la corrupción de los fifís, la prensa, industriales, de la inversión y de los contribuyentes. Ninguna denostación, amenaza o comentario para aquellos que verdaderamente trasgreden la ley y han puesto en jaque la seguridad nacional. A ellos nada. Ni si quiera agredirlos con un pétalo ya que podrían desatar su furia y atentar contra los, no tan inocentes, ciudadanos o dejar mal parado al Gobierno.
Candil de la calle y obscuridad de la casa.
La economía sin crecimiento, el PIB (producto interno bruto), de acuerdo con el INEGI, nulo crecimiento.
El protagonismo mediático y el autoritarismo paternalista, del máximo representante de nuestro país, es evidente día a día. Sin filtros y cargado de demagogia carente de sentido y de “otros datos” que no permiten argumentar ninguna objeción.
Mientras tanto los mexicanos de a pie, los desamparados y pobres siguen prácticamente en la miseria desde la Revolución. Dicen por ahí, que son odiados por los fifís, pero abandonados por su patriarca redentor. Con la misma cantaleta de antaño. Ahora renovadas (refritas y repetitivas) promesas; dulces palabras que no alimentan ni al espíritu, pero mantiene la esperanza de que pronto estará cerca el reino y ellos formarán algún día parte de él.
–O quizás nunca, para variar.
Sin Seguro Popular o educación, ni comunicaciones o apoyos, en muchos estados de la República Mexicana. Parecen vagar en un idilio entre lo etéreo y lo humano. Sin tomar consciencia de la realidad. Zombis mentales que creen a pie juntillas las palabras de su tlatoani.
Estamos dormidos, parecemos gallinas de corral asustadizas metidas en una granja de producción en la que mientras tengamos alimento, cobijo y aparente protección ni chistamos ante las amenazas de sucumbir ante los cambios.
¿Crees que alguien nos va ayudar?
Te lo digo así de claro:
¡No!
No, no, no, no.
Nadie nos va ayudar. Si crees que podrías recibir ayuda o apoyo. Estas muy equivocado. Nadie presta su auxilio. En absoluto.
Solo es el individuo, el yo, mi, me conmigo.
El “cada quien se rasca con sus uñas”. Frase que pronunció más de uno a mi llegada a León hace 32 años.
Refrán que articula y encuadra perfectamente, en este contexto.
Duele decirlo, pero así es la realidad.
Guanajuato podría salir, si todos nos unimos, damos el ejemplo y participamos apoyándonos uno a otros. Prácticamente la mayoría estamos dispuestos a participar con otros siempre que consiga esto, lo otro y también lo de más allá.
Sin dar mucho o nada a cambio.
Pregúntenles a los zapateros, no es la amenaza de China, son ellos mismos y la poca ayuda de la Secretaría de Economía.
La vida en este planeta evoluciona a pasos agigantados en muchos aspectos.
No es posible decir que épocas pasadas fueron mejores. Lo vemos en todo lo que hacemos. Más, en áreas de comunicación y avances tecnológicos. El hecho de que millones de mexicanos no tengan acceso a a los adelantos en cualquier área no pueden decir que no existen o no son útiles ni necesarios.
Porque no lo ven, palpan o tienen, piensan que no sirve o es inútil considerarlo. Como el NAIM (Aeropuerto).
O el uso de aerolíneas particulares por el presidente de México que además de poner en riesgo a los usuarios con los que viaja, queda aislado para responder a eventos inesperados y que requieren su presencia inmediata.
El aislamiento nunca ha sido amigo de la innovación o el crecimiento. La obligación de un líder es rodearse de gente experta, inteligente y compartida. No podemos ser aprendices de todo y oficiales en nada. Es mas loable aceptar que cometimos un error. Poco prudente -y nada convincente- el culpar a los demás por las responsabilidades propias del cargo que llevamos a cuestas.
Es necesario dejar a un lado la práctica del añejo lema de la familia revolucionaria “tener poder para poder tener” (Enrique Serna, El vendedor de silencio).
Debemos despertar, para liberarnos del autoritarismo y el dormir con desasosiego pensando que en cualquier momento nos veremos cara a cara con el enemigo.
¡Hasta la próxima!